Por Redacción Partner Comunicación
La reputación positiva de una marca es fundamental no sólo para lograr el éxito del negocio y el engagement con sus públicos, sino también para sobrellevar cualquier contratiempo.
El Reputation Institute confirma que el 60% de la decisión de un consumidor para elegir, comprar, recomendar e invertir en una empresa se basa en la percepción de la marca.
La reputación de una empresa tiene relación directa con las actitudes de comportamiento y consumo de sus públicos. Todos sabemos que la base para fomentar un vínculo a largo plazo es la calidad del producto y/o servicio, sin embargo, hay otras áreas de influencia clave para forjar una sólida reputación.
Esencialmente la misma se edifica sobre la base de 5 factores: producto y/o servicio, historia y estructura corporativa, innovación, posicionamiento y liderazgo, contribución a la comunidad.
Contar una buena historia corporativa y lograr una conversación y conexión estable con el entorno permite crear el apoyo necesario en momentos difíciles. Y siempre, detrás de las marcas hay personas, por ello lo humano ocupa un lugar primordial.
¿Cómo construir una reputación positiva y sólida?
– Ser auténticos: la cultura y filosofía de una organización no puede ser falsificada ni inventada. Se es lo que se es. Apostar a la autenticidad y compartir los valores de una compañía en los distintos canales de comunicación aportan a un diálogo sincero y a la posibilidad de identificarse y creer en una marca.
– Conocer para entender: tanto el público interno como externo tiene sus preferencias, expectativas y aspiraciones respecto a una compañía. Hoy por hoy, hay datos en demasía para procesar y elaborar de manera inteligente. Quedarse solo con los datos sería entender el panorama de manera incompleta. Estudiarlos en profundidad y transformarlos en espacios de conexión reales y humanos son parte del quehacer diferencial que posiciona como bien reputada a una empresa.
– Aceptar el Largo Plazo: la construcción de la reputación positiva no resulta de la casualidad de un buen momento. Por el contrario, es un largo plazo que requiere dedicación, coherencia y organización e involucramiento de la alta dirección de las compañías y emprendimientos. El éxito en este sentido, consiste en ir más allá de los resultados económicos y financieros y pensar en otras maneras de generar valor: medio ambiente, atención al cliente, solidaridad, son otras de las responsabilidades y desafíos que marcan la jerarquía de una marca por sobre otra.
– Comunicar con responsabilidad: la comunicación es clave para la construcción de una reputación positiva y sólida y esto involucra a todas las personas que conforman una compañía. Fundadores, Ceos, Directores y colaborares en general, cada uno de ellos es embajador de la reputación de una marca.
– Cultivar las relaciones externas: desarrollar una cohesión interna es el puntapié inicial para elevar la notoriedad positiva. Sin embargo, el trabajo no termina aquí. Vecinos, ONGs, Gobiernos, accionistas, medios, influencers y con ellos todos los canales sociales son parte de la tareas de relacionamiento que exige la construcción del prestigio de una compañía.
– Contribuir: brindar un buen producto y/o servicio, contar con una historia corporativa genuina y coherente, acompañar con una buena estructura de atención y servicios, son aspectos ya básicos para lograr el reconocimiento del público. Lo que distinguirá a una compañía de otra y en pos de ello, logrará la adhesión de su gente a lo largo del tiempo, es su verdadera contribución más allá de su misión comercial sino por el impacto y beneficios sociales que genere.
Todas las compañías y emprendimientos, no importa cuán grandes o pequeñas sean, deberán inclinarse a generar aportes verdaderos y a establecer una conexión real con sus entornos. Si desean construir una reputación positiva a largo plazo está claro que la relevancia de una marca no se improvisa sino que es obra de un accionar bienintencionado y coherente a través del tiempo.