Por Delfina Krüsemann
Uno es brasileño de ascendencia armenia; el otro nació en una familia de almaceneros
de larga trayectoria en Bélgica. El primero apostó al futuro del e-commerce en América Latina en el 2000, cuando todavía las compras por internet eran un negocio impensado en la región; el segundo quiso rescatar una tradición de hacer pan que se remontaba más de 300 años atrás. Cada uno, a su manera, se convirtió en referente indiscutido de su industria. Marcio Kumruian es el fundador de Netshoes, la mayor tienda online de artículos deportivos del mundo: con operaciones en Brasil, México y Argentina, ofrece más de 300 marcas y 40 mil artículos, recibe 30 millones de visitas al mes y genera más de 30 mil compras en ese mismo período. Con estos números como impresionante carta de presentación, Kumruian se aseguró un rol distinguido en la revolución digital y comercial que cambió la forma en que las personas eligen consumir.
Por su parte, Alain Coumont, creador y alma máter de la cadena Le Pain Quotidien, es un promotor a ultranza de la comida orgánica y el diseñador de ese estilo rústico, casero y comunal que caracteriza a sus locales – un look ciertamente a la moda hoy, pero no tan popular a principios de los 90. Inauguró su primer restaurante en Bruselas y hoy, 25 años después, cuenta con otros 241 establecimientos en ciudades como Nueva York, Mumbai, Buenos Aires, Londres, Tokio y Dubai. Aunque a simple vista sus estilos para emprender parezcan diferentes (incluso quizás opuestos), lo cierto es que solo bastan unos pocos minutos de charla para descubrir que Marcio y Alain hablan un mismo idioma: el de la pasión que los llevó a construir de cero dos negocios millonarios que hoy se estudian como casos de éxito. Pero esa chispa inicial, coinciden los dos, tuvo poco y nada que ver con cuestiones de balances y facturación. Dice Coumont: “Si sos emprendedor, es porque tenés algo especial en tu ADN. Y no emprendés pensando en las ganancias que vas a generar, sino porque hay una motivación muy personal, un deseo de cambiar el mundo de alguna manera. En el caso de Le Pain Quotidien, creo que parte del éxito tuvo que ver con que desde el comienzo supe que quería poner al consumidor en primer lugar. No fantaseaba con ser la mejor panadería del planeta o volverme rico, sino con crear un buen producto que las personas disfrutaran, y con hacerlo responsablemente, usando ingredientes orgánicos y saludables. Siempre le puse mucho amor y orgullo a lo que hacía, aún cuando fuese algo tan simple como un pedazo de pan”. Para Kumruian, la inspiración también llegó con un sueño que ponía a las personas en el centro de su emprendimiento: llegar a todos los puntos de Brasil con sus productos de calzado, sobre todo a las localidades en las que, por estar más alejadas de las ciudades importantes, no había oferta de productos de marca para los fanáticos del deporte. “Teníamos muchas dificultades para abrir una tienda física y, mirando lo que ya empezaba a pasar en Estados Unidos, descubrimos que Internet ofrecía una gran libertad y estaba gestando una transformación sin igual. Ser parte de ese momento de la historia fue nuestra principal motivación. Hoy, para mí, es muy inspirador poder decirle a mis hijos que juego un papel en la revolución digital y comercial que cambió para siempre la manera en que las personas interactúan, haciendo sus vidas más simples y permitiéndoles acceder a eso que querían comprar, pero que nadie les vendía”.
“Uno emprende porque desea cambiar
el mundo de alguna manera”.
Alain Coumont
Si bien los suyos son emprendimientos que ya se convirtieron en gigantes del mercado, la idea de “mantenerse simple” se repite una y otra vez a lo largo de la charla, no como un consejo al pasar sino como una creencia imprescindible, vital. Para el fundador de Netshoes, la esencia de su éxito radica en ser “una empresa simple, rápida y enfocada”, y lo explica en términos igual de sencillos: “Cuando sos simple, las cosas se hacen más rápido. En el mundo digital en el que vivimos hoy, tan cambiante, lo fundamental es poder moverse con esa rapidez”. Kumruian se anima a ir más allá, cuestionando incluso el rol de la innovación: “Hay que ser innovador, pero sin alejarse demasiado de lo que el mercado puede ofrecer. El éxito radica en desarrollar una tecnología que sirva para los clientes, en lugar de que sea tan avanzada que genere una brecha con ellos”.
En el caso de Le Pain Quotidien, donde el producto estrella se basa en una receta con siglos de tradición, la innovación resulta un asunto aún más delicado. Por eso, Coumont propone una visión invertida: “De cierto modo, el pan es muy aburrido, porque hay que hacerlo siempre de la misma manera. Pero, en este nuevo milenio lleno de tecnología y avances constantes, nosotros nos remontamos al pasado, a otra forma de hacer las cosas. Yo a eso lo llamo retro innovación”.
“Ser parte de la revolución digital
y comercial es muy inspirador.”
Marcio Kumruian
Es evidente que sus personalidades fueron moldeando la filosofía y cultura de sus empresas, a tal punto que hoy Netshoes resulta inseparable de Marcio Kumruian, y Le Pain Quotidien no podría concebirse sin Alain Coumont. Sin embargo, si tienen que pensar en el momento en el que supieron que “lo habían logrado”, ambos coinciden una vez más en un terreno común: la sensación de que el éxito no es más que un espejismo, o incluso una trampa potencialmente letal. “El éxito no es un destino al que llegar. Es una travesía. Si dejás de intentar mejorar hoy, vas a ser peor mañana. Hay que seguir aprendiendo, no importa cuánta trayectoria o experiencia hayas ganado”, apunta Alain. Marcio completa: “Netshoes es una empresa inconformista por naturaleza, así que no sentimos que hayamos llegado al éxito. Claro que el nuestro es un inconformismo positivo: sentimos que somos parte de una revolución digital y comercial que está en marcha, pero en la cual queda todo por hacer”. Ellos demuestran que, no importa su origen, todo emprendedor viene “de fábrica” con esa sed insaciable de mirar siempre hacia adelante.