Entusiasta, inquieta, loca. Esa personalidad despertó muchas preguntas en Linda Rottenberg, quien al subirse al auto notó que el taxista era ingeniero, y en una conversación durante el viaje, no sabía cómo definir la palabra emprendedor, ni estaba muy seguro de qué significaba. Sólo podía empezar en el empresario, por lo que hacía falta un cambio de mentalidad.
En ese entonces empezaban a resonar en Estados Unidos empresas como Netscape y Yahoo, ejemplos de una generación revolucionaria de nuevas compañías, pero por alguna razón no ocurría lo mismo en América Latina. Y ahí Linda entendió la importancia de lograr un ecosistema donde se repliquen las mismas reglas de Silicon Valley, pero en diferentes ciudades del mundo. En especial: generar una cultura que promueva líderes que transformen las realidades de sus comunidades, evangelizando a las nuevas generaciones a partir de modelos de rol locales.
Maria Eugenia Estenssoro, primera Directora Ejecutiva de Endeavor Argentina, Peter Kellner y Linda Rottenberg, cofundadores de Endeavor.
Con más preguntas que respuestas, Linda tomó una servilleta de cocina y dibujó el primer modelo de lo que se transformaría en Endeavor, junto a su socio, Peter Kellner. Sin el apoyo de sus padres y nada más que una idea, la joven estadounidense decidió buscar a un mentor que la apoyara. Conoció a Eduardo Elsztain y obtuvo sus primeros 200 mil dólares de inversión, el punto de partida que luego conectaría a los principales emprendedores y empresarios del mundo.
De todas formas, para hacer realidad ese proyecto, hacía falta encontrar los primeros interesados: Wences Casares, fundador de Patagon.com, el primer e-trade de la región, que luego sería comprado por el banco Santander Río por 750 millones de dólares. A partir de ese momento en adelante, más empresas e inversores no tardarían en contactarse con Rottenberg con la intensión de conocer a nuevos talentos. Ese hito fue clave para demostrar la importancia de “los peces grandes conviviendo con los más chicos” y cómo se necesitan mutuamente para desarrollar un ecosistema a largo plazo.
Wenceslao Casares, uno de los primeros Emprendedores Endeavor.
Si se podía hacer desde Buenos Aires, también había que intentarlo en otros mercados con potencial de crecimiento. Linda comenzó a estudiar quiénes eran los líderes detrás de los principales negocios y a medida que los conocía les hizo cinco preguntas fundamentales: quién fue su mentor, quién le inspiró a emprender, quién invirtió en su compañía, qué otros negocios habían desarrollado antes y si había trabajado para otro emprendedor. Estas respuestas sirvieron para armar un mapa de conexiones locales, aunque el resultado no fue alentador. No había una red clara, sino más bien personas aisladas. Faltaba esa fuerza que los conectara y convenciera a cada vez más personas de que el modelo se podía reproducir.
Así nació Endeavor, la red de apoyo emprendedor más grande del mundo, que acompaña a más de 2000 emprendedores de alto impacto que están creciendo y los ayuda a escalar sus compañías. Este modelo que empezó en Argentina hoy está presente en más de 60 ciudades, y que creó su propio fondo de co-inversión para ayudar a los emprendedores Endeavor del mundo.
En nuestro país, la organización ya cuenta con más de 180 emprendedores y sigue en aumento. También, la organización lidera programas de aceleración y de capacitación para emprendedores de diferentes estadios e industrias para que lleven sus empresas al siguiente nivel. Endeavor promueve la cultura emprendedora en todo el país, a través de la Experiencia Endeavor, un evento que inspira, capacita y conecta a más de 15 mil personas por año y fortalece la comunidad emprendedora desde Jujuy hasta Tierra del Fuego. También, acerca innovación a empresas que buscan transformarse y las acompaña en el proceso. Novartis, Tenaris, Swiss Medical Group, Raízen y CCU son algunas de las compañías que ya confiaron en el modelo.