Arbusta es una empresa de base tecnológica que acompaña a otras compañías en sus procesos de transformación digital. Para lograrlo, trabajan para asegurar la calidad de sus aplicaciones, los grandes volúmenes de datos, automatización de procesos y la gestión de las interacciones que impactan en sus negocios. Este modelo le ha servido a la compañía para ofrecer soluciones a clientes de todas las industrias. Desde e-commerce, Medios y Entretenimiento, Banca, Marketplace, Energía, Agroindustria, Fintech y Tecnología.
Pero su valor distintivo va más allá de lo anterior: la compañía ofrece trabajo a jóvenes de sectores socio-económicos frágiles quienes pueden insertarse en el mercado laboral y aprovechar las oportunidades que les brinda la compañía en su desarrollo futuro. Ellos son los “jóvenes de alto potencial que el mercado no mira” – cómo dicen sus fundadores – y que tienen todo por dar al mundo. Esta cocina de talento hoy emplea a 300 personas a lo largo de 4 países y más de la mitad del equipo está integrado por mujeres con ganas de formarse en tecnología.
Un poco de historia
En el año 2013, una pregunta reconfiguraría la cabeza de Federico Seineldín, Paula Cardenau y Emiliano Fazio: ¿Por qué el talento está democráticamente distribuido en el planeta, pero las oportunidades no? A esto se le sumaba un contexto en el cual la industria tecnológica estaba hambrienta de talento y ofrecía empleo de calidad y del futuro.
Y con una mirada más de responsabilidad que de oportunidad, los tres emprendedores avanzaron en la construcción de una empresa pensada para jóvenes de entornos socio-económicos frágiles de entre 18 y 25 años. Es decir, centennials con la oportunidad de ingresar al mundo de la tecnología. “No hay soluciones mágicas a las brechas que tenemos, la solución es poner la mirada en la intención. Cuando uno transforma los problemas en oportunidades reconecta lo que hacía falta”, comparten los fundadores.
El ciclo es el siguiente: desde el primer día de su contratación, los/as jóvenes comienzan a trabajar, con empleo en blanco y con la modalidad “aprender trabajando”. De esta forma, los jóvenes ya cuentan con todas las herramientas necesarias para salir al mercado laboral y competir en igualdad de condiciones con otros chicos de su generación. Luego de 3 meses de trabajar en modo “shadow”, el joven ya está listo para trabajar en proyectos para clientes. En otras palabras, el modelo de sostenibilidad de Arbusta para poder alcanzar a más jóvenes es brindar servicios que aseguran una instancia real de trabajo. De esta forma, el modelo puede replicarse a cualquier industria que necesite trabajo, reduciendo el desempleo y la pobreza estructural.
“Estamos logrando cumplir nuestra meta de posicionarnos como proveedor de servicios de tecnología offshore -desde nuestras oficinas en Argentina, Colombia y Uruguay- para todo el mundo. Luego de varios años de explorar el mercado norteamericano, en 2019 iniciamos una estrategia formal de expansión hacia ese país”, comenta Emiliano Fazio, cofundador y Director.
Gracias a esa forma de pensar, Arbusta hoy cuenta con cientos de casos de éxito. Uno de ellos es el de una chica que conoció a la empresa a través de un panfleto que había recibido en su barrio. Al principio, ella no se veía como productora de tecnología, pero al dar sus primeros pasos, todos en el equipo notaron que tenía un liderazgo nato. Ella empezó a probar, ascendió y al año, ya era Project manager Junior de once compañeros. Después de un tiempo, decidió probar nuevos desafíos y avisó que se iba a ir. Entró en una empresa en el barrio de Belgrano, por la que tuvo que pasar por un proceso de selección junto a otros dos jóvenes universitarios y la contrataron a ella.
“Creemos en el poder de la mirada para habilitar el potencial de cada persona. La mirada apreciativa valora y cree en la persona, aun cuando la persona todavía no descubrió todo su potencial”, explican los fundadores.
Acerca de emprender con impacto social
Los emprendedores sociales son los más conectados con su propósito. Si bien como toda empresa cuentan con un modelo de negocio con fines de lucro, en estos casos, el dinero no es el fin último. Detrás de toda compañía con impacto hay una gran misión que busca resolver una problemática que afecta a un sector de la población.
Si se mira en su conjunto, este tipo de compañías son catalizadores del cambio que sus fundadores buscan ver en el mundo. Como tales, tienen un rol importante dentro del ecosistema empresarial y hacia la comunidad. En primer lugar, tienen un impacto positivo sobre la comunidad donde actúan y dan el ejemplo para que otras empresas también se inclinen hacia ese camino. En segundo lugar, suelen tener una imagen positiva para la población porque visibilizan cómo están comprometiendo su tiempo, sus habilidades, y en muchos casos, una porción de sus ganancias para hacer un cambio social.
Existen 4 grandes tipos de empresas con impacto: las que persiguen esfuerzos filantrópicos, donde la compañía entiende que su éxito requiere no sólo de una innovación continua, sino de la construcción de una nueva generación capaz de entender, usar y mejorar la tecnología; las que persiguen preocupaciones medioambientales, ya sea un problema a largo plazo de escala global como el cambio climático o un asunto local como el uso de recursos naturales o un foco de contaminación y las compañías que apoyan la diversidad en el trabajo, dando empleo a sectores con desafíos de inclusión social y las que apoyan comunidades locales, saben involucrarse activamente en la comunidad y están en contacto estrecho con ella. Lo importante, en todos los casos, es la causa detrás de la empresa y cómo destina sus fuerzas para llevarla adelante.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que las empresas de este estilo no pueden resolverlo todo. Para lograrlo, todavía hacen falta cambios significativos en la conciencia pública, la política y las prácticas económicas. Así y todo, el aumento de tales organizaciones puede interpretarse como un paso hacia un futuro en el que el impacto social positivo sea inherente a todas las prácticas empresariales.