Por: Santiago Martina
1 | PERCIBIR LA OPORTUNIDAD
Al descubrir una oportunidad, el emprendedor genera una idea para aprovecharla. No es necesario que invente algo nuevo para conquistar un nicho de mercado. Muchas veces alcanza con dar respuesta a una necesidad en un rubro ya explotado pero en forma inadecuada, o lanzar un producto que complemente a otro ya impuesto. Luego, hace falta encontrar la motivación y la capacidad para hacer que sea viable.
2 | CUESTIONAR LA IDEA
La idea en bruto debe superar una serie de filtros que permita determinar si realmente tiene la fuerza necesaria para seguir adelante. Ese proceso debe incluir el cuestionamiento de la oportunidad para determinar si el proyecto puede satisfacer una necesidad del mercado y si es rentable.
3 | HACER UN ANÁLISIS ECONÓMICO Y FINANCIERO
Mediante un análisis económico, se identificarán los ingresos y los costos para obtener la rentabilidad del proyecto. Y, a través de un análisis financiero podrás determinar las necesidades de inversión de capital y el tiempo en que esperás recuperarla.
4 | DEFINIR ESTRATEGIAS
Es el proceso mediante el cual se define el plan de acción. Se necesitan estrategias para posicionar el emprendimiento, satisfacer a los clientes, competir con éxito y lograr una dinámica en el funcionamiento que garantice la rentabilidad. Definir cada una de estas instancias es trazar el futuro del negocio.
5 | PLANIFICAR E IMPLEMENTAR
Para asegurar la perdurabilidad del proyecto, hay que tener un plan de negocio realista, que neutralice a los competidores anuales y futuros. Este plan no es otra cosa que un “mapa” para orientar al emprendedor, de manera que sepa cómo llegar al objetivo definido. Ayuda a pensar metodológicamente la forma de cristalizar el proyecto, además de representar la imagen del negocio frente a potenciales inversores, posibles socios y proveedores. Hay que tener en claro que se trata de una herramienta valiosa, pero no es el negocio en sí
6 | EVALUAR PERMANENTEMENTE
Ser buen emprendedor significa, además, saber retirarse a tiempo. Esto implica la capacidad de determinar cuándo el negocio ha dejado de ser una oportunidad. Saber crear y poner en marcha un proyecto es tan importante como poder identificar el momento exacto para cerrarlo. La empresa debe repensarse constantemente para monitorear si está en el camino adecuado e introducir las variantes necesarias para asegurar su viabilidad. Para los verdaderos emprendedores, el fracaso es como un lugar de descanso para analizar lo ocurrido, procesar la experiencia y tomar fuerzas para encarar un nuevo desarrollo.