Melina Masnatta hizo de emprender una coreografía que baila al ritmo de los latidos del corazón. En la Experiencia Endeavor Rosario contó cómo encontrar el propósito y qué hacer para cambiar las narrativas.
La actual cofundadora de Chicas en Tecnología, todavía recuerda la primera vez que vio ballet. Fue a sus cuatro años, cuando pasaba por la casa de su vecina y había un baile en televisión. A su corta edad ya quedó en evidencia su gen emprendedor: volvió a su casa, hizo un pitch acerca de eso que era su pasión y sería su destino para convencer a sus padres. Desde chica ya había combinado el arte con el ADN emprendedor.
La vida después no fue fácil: viajes, frustraciones, enojos, cambios… Pero Melina nunca dejó de lado el esfuerzo y la perseverancia para encontrar el camino. En la Experiencia Endeavor Rosario, la emprendedora contó su historia y cómo combinó sus pasiones e inquietudes para lograr nuevos modelos inspiradores.
Del ballet a la educación
Los padres de Melina la apoyaron y ayudaron en su sueño de ser bailarina. De Playa Unión viajó a Buenos Aires y allí fue al Teatro Colón, un sueño cumplido. “Para estar ahí tenía que negociar muchas cosas: moverme de una manera, comer de una manera, pesar de una manera… Yo no quería hacer eso, no quería que las condiciones me limitaran. Me enojé y colgué las zapatillas de punta. Nunca más volví a bailar”, recordó.
Sin embargo, no se sentó a lamentarse. En cambio, decidió estudiar Ciencias de la Educación para transformar todo el esfuerzo que habían hecho ella y los demás por su sueño. “Si bien dejé de mover mi cuerpo, empecé a pensar que la danza me había enseñado a pensar diferente. Cuando me empecé a mover, me encontré con el territorio de la tecnología, que la tecnología me permitía moverme de diferente manera y explorar, y no había nada escrito en ese momento”, contó Melina.
“La verdad es que volvió a conectarme con el arte y con el ballet. Me di cuenta de que podíamos hacer cosas diferentes y cuestionar cosas diferentes”, agregó.
Convertir movimiento en aprendizaje
Así fue que, por ejemplo, en Medellín hizo un proyecto donde en vez de enseñar el paquete Office para aproximarse a la tecnología, armó una banda de música, la XO Band, en la que cada estudiante tenía un instrumento en su computadora. Al “tocarlo” a través del teclado, no solamente se aproximaba la tecnología, sino que también aprendía a otras habilidades como liderar, escuchar o conectarse.
Otro proyecto fue usar un software para aprender a programar con el movimiento. En muchas escuelas en donde había muchos desafíos vinculados al desempeño, a leer y a escribir, le pedían a estudiantes que diseñaran coreografías a través de Isadora, un entorno de programación visual diseñado para trabajar en tiempo real. Es un control interactivo de efectos visuales en la pantalla a través del movimiento. A partir de eso, casi sin querer, empezaban a aprender a programar.
Los mitos del emprendedor
“Me enoja el estereotipo de que los emprendedores: tenemos que levantarnos a las 5 de la mañana, correr, comer de una manera, tomar suplementos dietarios… Parece que ser emprendedor es un producto en sí mismo”, reflexionó Melina. “El ballet, así tan rígido como lo ven, empezó a transformarse estos años. Si el ballet pudo, ¿por qué no podemos hacer algo diferente en el mundo emprendedor de base tecnológica?”, preguntó.
En respuesta a todos esos que dicen que hay que “emprender con propósito”, Melina propone un cambio: “El propósito es moverse. Pueden diseñarlo como en el básquet: una pierna fija y una pierna móvil”. “El propósito es emprender y emprender es un propósito ¿Por qué? Porque cuando emprendemos vamos generando una nueva versión de quiénes somos”, explicó.
En este sentido, recordó cuando en Israel descubrió que los pitch con inversores o inversores ángeles no iban por el retorno o la ganancia, sino por cómo iban a transformar la vida de las personas. “Ideas e impulsos para reparar este mundo nos sobran, y un propósito puede estar conectado también con eso”, dijo Melina.
“Traten de escuchar el pulso de su corazón. Esa es la nueva música que ustedes se tienen que llevar, con la que van a hacer sus coreografías. Necesitamos que ustedes se animen a cambiar las narrativas. Emprender con impacto es más que hacer negocios. Emprender es negocio pero también, y sobre todas las cosas, es una acción humana, ética y significativa”, concluyó.