Por Redacción Partner Comunicación
En los últimos tiempos, las compañías y personalidades han aprendido a reconocer la importancia de la reputación y la coherencia comunicacional como aspectos claves y diferenciadores.
Indudablemente estos conceptos bien implementados juegan un rol decisivo al momento de atraer, reflejar, escuchar, en definitiva, obtener un feedback positivo por parte de la audiencia a la cual se pretende conocer, captar o influenciar. Y no hay opciones desinteresadas en este sentido, todas las acciones tienen un por qué: vender, convertir, informar, ofertar, promover, donar, cualquiera sea el verbo en cuestión, lograr relevancia ante la sobreabundancia de contenidos y acciones, requerirá de una muy buena estrategia.
¿Cómo ocupar espacios en los medios de manera coherente? ¿Cómo establecer el diálogo con la audiencia deseada? ¿Cómo equilibrar las pretensiones del negocio con las necesidades de editores y público? ¿Cómo revertir errores o un trabajo mal encaminado?
Los desafíos en esta era digital son múltiples y las habilidades que conocíamos, hoy quedan obsoletas frente un sinfín de asuntos por atender. Demás está decir que ya no basta con un buen producto o servicio, o ejecutivos que gocen de reconocimiento. Son muchos los que están bajo el mismo estándar.
Nunca ha estado más vigente el poder de las relaciones.
Entonces ¿pueden las relaciones públicas generar grandes cambios? Por supuesto que sí.
Y hablar de relaciones públicas en los tiempos que corren implica agudizar los sentidos y no perder de vista ningún eslabón. En la cadena: cliente, marca, público-comunidad, medio, canal, mensaje, emisor, hay múltiples intereses y lo único que las cohesiona son las relaciones.
Sea a través de un contenido de calidad, un evento innovador, un almuerzo, o apenas un llamado telefónico todo se trata de lo mismo: se puede cambiar un no si uno sabe como relacionarse.
Y aquí, valga la aclaración no se trata de revertir opiniones negativas o pretender imponer un punto de vista sino que justamente mas allá de todo ello, se trata de forjar una buena reputación a través de las relaciones.
Si la imagen de una compañía o una personalidad se redujera a lo que declara en público o sale publicado o responde un consumidor, estaríamos minimizando la ecuación. La imagen se desprende de cada oportunidad de contacto.
Podemos lograr grandes cambios ya sea para lograr la simpatía de nuestro público o para aumentar ventas.
Sin embargo, el valor agregado resultará de tomar en cuenta el poder que ejercen nuestros actos y trabajar en estrategias de relaciones públicas y comunicación que los respalden con coherencia pensando en todos los participantes de la cadena.