Tenemos la creencia de que trabajar duro y durante largos períodos nos llevará al éxito, pero está comprobado que el trabajo por si sólo, no es suficiente. En lugar de trabajar por horas, trabajar en los objetivos alcanzables. En vez de querer hacer todas las tareas juntas, establecer prioridades y anteponer lo importante a lo urgente. Aprender a decir que no y delegar aquellas cosas que lo merecen. Todas estas prácticas marcarán la diferencia y llevarán a resultados más eficientes.
¿Cuál es, en tu opinión, la principal diferencia entre “trabajar duro” y trabajar de forma “inteligente”?
Alejandro Melamed: La diferencia entre trabajar duro y trabajar de manera inteligente radica en que, tradicionalmente, estaba muy arraigado el concepto de que trabajar implicaba trabajar duro, como un sinónimo de trabajar muchas horas empezando desde muy temprano y terminando muy tarde. De hecho, esto tiene mucho que ver con la herencia de ser hijos o nietos de inmigrantes donde lo que se valoraba era la cantidad de horas y no la calidad de horas. La diferencia sustancial, entonces, está en que trabajar duro refiere a la cantidad y trabajar de forma inteligente refiere a la calidad. En otras palabras, de qué manera aplicamos nuestro tiempo para lograr los resultados de la forma más eficiente.
A partir de las teorías vinculadas con la flexibilidad, se está considerando que la calidad del trabajo es lo que importa, la calidad de las ideas, del valor agregado que uno le da. Incluso, la cantidad a nivel de legislación es el concepto de que ficho y caliento las sillas por una determinada cantidad de horas, cuando, en realidad, nuestra agregación de valor pasa por la calidad de nuestras intervenciones y aportes.
¿Se necesita de uno para alcanzar el otro? ¿Cuánta complementariedad existe entre los dos?
AM: No necesariamente se necesita de uno para alcanzar al otro. La clave es la calidad del trabajo, la inteligencia aplicada, la manera de contribuir, de interactuar y de generar, y no tanto la cantidad de horas. Desde ya, nada es mágico y uno requiere mucha dedicación y esfuerzo pero no es el concepto de sacrificio. Una cosa es el compromiso y otra es el sacrificio innecesario.
¿Qué consejos/tips le darías a una persona para que adopte este estilo de trabajo y pueda mantenerlo en el tiempo, es decir, crear un hábito?
AM: Para crear un hábito, lo que diría es tratar de entender cuál es la lógica que tenemos para incorporarlo. Lo primero que tenemos que hacer pasar de la inconsciencia a la conciencia y tratar de establecer cuál es el objetivo que nos proponemos. Cuanto más vinculado esté el objetivo con el deseo, mayor probabilidad de realización sin que sea una “órden” o un “mandato” que nos venga de otro. Lo primero que tengo que tener es el deseo de poder hacerlo. El segundo es tratar de generar ciertas rutinas o procesos que nos permitan la repetición de algo. En tercera instancia, hace falta un acompañamiento de otros para asegurarnos su cumplimiento y establecer métricas que permitan asegurarnos su cumplimiento. Otro factor relevante también es tener un sistema de recompensa para premiar las buenas formas de trabajo.
Desde tu experiencia, ¿cuál es la mejor forma de invertir en uno mismo?
AM: Desde mi experiencia, la mejor manera de invertir en uno mismo es tratar de focalizarse en dos cosas. Primero, cuáles son nuestros deseos y cuáles son nuestras pasiones y el otro tiene que ver con cuáles son aquellas cosas que pensamos que pueden hacer una diferencia significativa. Tradicionalmente, se hablaba mucho sobre trabajar en las oportunidades de mejora. Pero, hoy en día hay una teoría opuesta que busca potenciar el potencial de una persona. Esta es una de las estrategias más inteligentes que hay que trabajar, es decir, trabajar sobre las áreas en las que estamos muy bien.
¿Qué importancia tiene la humildad, la curiosidad y la responsabiliad en este proceso?
AM: Tanto la humildad, la curiosidad y la responsabilidad en este proceso son críticos porque nos permiten ponernos frente al espejo, asumirlas como una gran oportuidad que tenemos en nuestras vidas. A partir de la curiosidad, indagar qué más podemos hacer y la responsabilidad que es la habilidad de dar respuestas, va a posicionarnos como protagonistas de la historia. Las tres potenciadas nos darán una oportunidad increíble.
Hay una frase que dice “no todo el trabajo que hacemos está relacionado al resultado que podemos producir”? Para vos, es Verdadera o Falsa? ¿Por qué?
AM: Yo creo que lo que hay que entender que no toda actividad que nosotros realicemos, necesariamente va a contribuir al resultado. Muchas veces estamos en piloto automático que no nos permite tomar perspectiva. Acá es importante distinguir lo que es el resultado inmediato de ese trabajo y todo lo que es el outcome real de lo que nosotros generamos. Yo creo que todo lo que hacemos, directa o indirectamente, contribuye a nuestro trabajo, pero tenemos que ser selectivos a la hora de considerar qué es lo que realmente genera el impacto que buscamos. La mayoría de las personas que trabajan dentro de las organizaciones o emprendimientos, muchas veces están atrapadas en la “trampa de la actividad” de hacer hacer hacer, sin darnos cuenta para qué lo estamos haciendo. En el momento en que podemos tomar esa distancia, nos damos cuenta que no siempre hay actividades que contribuyen al resultado final.