Por Víctor Montero, co-fundador y CIO de Onapsis
Año 2013, el cuarto de Onapsis, mi emprendimiento de seguridad informática. Teníamos nuestro primer producto funcionando para clientes multinacionales: Onapsis X1, el primer escáner de vulnerabilidades para sistemas SAP. Pocos meses atrás, habíamos cerrado nuestra primera gran inversión. A partir de los grandes logros, decidimos, entonces, acelerar el proyecto y armar un equipo comercial en USA que era nuestro principal mercado.
En el camino de ese proceso de expansión, nos dimos cuenta de que no supimos balancear bien el crecimiento y carga de los equipos, ni establecer buenos canales de comunicación entre ellos. Así fue que el equipo de ventas empezó a generar un trabajo extra sobre el equipo de Investigación y Desarrollo, el cual de golpe tuvo que lidiar con un gran volumen de tickets de soporte y nuevos requerimientos tanto para X1 como para OSP, la nueva plataforma que estábamos desarrollando y que reemplazaría al X1 en el mediano plazo.
No fue como en la Fórmula 1. No podíamos parar en pits para hacer ajustes, cargar combustible y seguir corriendo. Hicimos despegar un avión con muchos temas por resolver, y necesitábamos hacerlo en vuelo. Teníamos compromisos con clientes, y contratos que podrían caerse si no cumplíamos. Fue un período duro. Nuestro equipo de I&D empezó a estresarse al ver que la situación los excedía y que el equipo no evolucionaba a la velocidad que demandaba el negocio. Llegamos a perder gente muy valiosa en ese camino. Pero no nos estrellamos.
HACER FOCO
Tardamos casi tres años en lograr la estabilidad en vuelo. Entendimos que en algunos aspectos, era necesario desacelerar un poco, y concentrarnos en identificar, priorizar y resolver problema a problema, pese a perder un poco de altura.
Nos centramos en mejorar los canales y procesos de comunicación interna; en entrenar a nuestros equipos a establecer y respetar compromisos, y a gestionar el optimismo y las frustraciones; en volver a hacer del desafío un motor motivacional. Cuando empezamos a hacer foco en estas cuestiones, el avión ganó fuerza, y más allá de las equivocaciones y aprendizajes del día a día, pudimos retomar el camino.
¿Qué evitó un aterrizaje forzoso? Agilizar la toma de decisiones, el foco y la autocrítica. Ir al hueso de nuestros problemas, dándoles solución real y pidiendo ayuda cuando fue necesario. Pero lo más importante fue habernos rodeado de un equipo de gente con ganas de seguir volando.
BÍO DEL EMPRENDEDOR
Su sueño siempre fue proteger a las compañías del espionaje, el sabotaje y los ciberataques financieros. En 2013, Víctor Montero funda Onapsis, una empresa que ofrece soluciones de seguridad cibernética