Por Sofía Smolar
¿Cómo explicarías el proceso de un proyecto arquitectónico?
Comenzamos somos exploradores, en esta primera instancia tratamos de descubrir de qué se trata y qué posibilidades tiene lo que pensamos. Luego, lo seguimos como colonos y agricultores, definiendo nuestros límites y echando nuestras semillas. Finalmente, lo terminamos como albañiles, dándole forma y sustancia a nuestras ideas.
¿Las nuevas generaciones de arquitectas buscan innovar?
Sí, es parte del ADN de los arquitectos. Todos estamos alerta a las posibilidades de hacer algo nuevo con la organización, las formas, los materiales o los colores de los edificios que diseñamos. Creo que, con los jóvenes de hoy en día, la arquitectura está en buenas manos. Los nuevos arquitectos comienzan bien preparados y muchos de ellos poseen talento y visión.
¿Qué relación tiene un arquitecto con sus obras? ¿Hay éxitos y fracasos?
El éxito es externo y depende de cuán bien se difunde nuestro diseño y cómo otros lo ven, mientras que el fracaso es personal y representa una inhabilidad de llevar a cabo lo que anhelábamos. Me atrae mucho el proceso de diseño o construcción porque allí todavía puedo influenciar. Cuando los edificios se terminan dejan de ser nuestros. Sin embargo, yo tengo una relación afectiva fuerte con todas mis obras, son mis hijos, no puedo tener favoritos.