Marina Díaz Ibarra, la empresaria que hizo carrera en grandes empresas como Mercado Libre y Wolox, es autora del libro “Un mundo sin jefes” y hoy, además de ser miembro de importantes directorios, invierte tiempo en formar mujeres en boards para poder desarrollar su liderazgo en la región. Conocé los tres puntos clave a tener en cuenta para desarrollarlo.
Que las mujeres están en desigualdad de condiciones con sus pares hombres no es ninguna novedad. Poder, salario, cargos… Y la lista de asuntos en los que ellos llevan la voz cantante es interminable.
Más allá de que en los últimos tiempos estos cuestionamientos empezaron a aparecer en la agenda social, estamos solo frente a la punta del iceberg. No debemos caer en la confusión tan común que por escuchar hablar demasiado sobre un tema se considera resuelto.
Tan solo ver los números falta mucho camino por recorrer. Únicamente el 5% de los fundadores de startups de tecnología son mujeres y por cada 10 dólares levantados de inversiones de capital de riesgo, a las mujeres les llega 1 dólar. Para ser más gráficos, el año pasado todo el capital levantado por las mujeres igualó a la suma levantada por Uber.
Las mujeres al frente
Marina Díaz Ibarra tiene una vasta experiencia en el mundo emprendedor, llegó a liderar exitosas compañías como Mercado Libre y Wolox, también se tomó un tiempo sabático en donde escribió su libro “Un mundo sin jefes”.
Actualmente, divide su tiempo entre sus pasiones, vocación y carrera. Díaz Ibarra es una empresaria que invierte, emprende e investiga, así como también se interesa por el medio ambiente y los problemas sociales, como la desigualdad existente entre hombres y mujeres, puntualmente en el mundo laboral.
Invitamos a Marina a que comparta algunas de sus lecciones aprendidas en el marco del programa para mujeres emprendedoras Acelerar Creadoras que lleva a cabo el HSBC con el apoyo de Endeavor:
Hablar de dinero con autoridad y sin vergüenza
Nos da pudor, a las mujeres nos adoctrinaron para ello. Pero tenemos que aprender a hablar de plata directamente. Sobre todo, cuando nos presentamos ante inversores es importante que podamos explicarles qué valor financiero agrega nuestro trabajo, qué valor de retorno tendrán y todas las razones por las cuales tendrían que invertir en nosotras.
En esta línea, para poder sentirnos cómodas con la temática es fundamental tener nociones básicas de financial literacy o educación financiera a mano. Hay tres temas que hay que manejar muy bien para embarcarnos en este tipo de conversaciones: Inflación, tasas de intereses simples y compuestos y diversificación de riesgo.
Por último, hace falta mucha introspección para abordar con seguridad este tema. Hay una cuestión interna con respecto a la relación que cada persona tiene con el dinero que generalmente, se establece entre los 9 y 12 años y es difícil de modificar. Además, cuentan otras variables como cuál fue la relación de nuestros padres con el dinero, cómo fue el ejemplo de los adultos cercanos manejando la incertidumbre, cuál es nuestra relación con el riesgo y más.
Conectar con otras mujeres mucho más activamente
En todas las épocas de la historia siempre hubo un grupo oprimido, las mujeres. Cooperamos muy bien en cuanto a maternidad, pero no nos ayudamos tan naturalmente para conseguir espacios de poder. Los puestos de boards que ocupamos son menos del 5% en toda Latinoamérica.
En este contexto, la conversación social está en un mejor lugar, pero todavía no acompañan a la par los números. Sin dudas las sociedades son mejores cuando está repartido el poder y generar una red entre nosotras es muy valioso para aprender de nuestras experiencias y tomar mejores decisiones de negocios.
Vencer el Síndrome del Impostor
Todas las mujeres lo tuvimos o lo tenemos. “No me siento lista ni preparada, me falta estudiar”, es la voz en nuestro interior que nos hace sentir que nunca estamos a la altura de las circunstancias o que no merecemos estar donde estamos. En definitiva, “que el traje nos queda grande”.
Lo curioso y no tanto, es que este fenómeno psicológico se presenta mayoritariamente en las mujeres, quizás porque hay pocos referentes líderes femeninos o por la falta de expectativas que genera nuestro género, entre tantos otros motivos.
Por ejemplo, frente a una búsqueda de trabajo los hombres aplican con solo el 30% de los requisitos, mientras que las mujeres esperan a tener el 85% de las cualidades requeridas para atreverse a hacerlo.
En este sentido, tenemos que hacer el ejercicio desestimar esa voz en nuestra cabeza y animarnos a tomar puestos que pensamos que nos quedan grandes y hacer cosas para las que pensamos que no estamos listas. Pongámonos ese traje, veremos que no solo no es tan grande, sino que el espacio que hay es para seguir creciendo.