En los años 80, Fernando estaba terminando el colegio, pero ya tenía en su cabeza la idea de armar una empresa. A él siempre le interesó la industria del entretenimiento y se le ocurrió crear una compañía que trabajara con artistas nacionales e internacionales. Durante 18 años, su proyecto creció y alcanzó la radio Rock and Pop internacional.
Hacia el año 1998, después de varios golpes y triunfos en el camino, el emprendedor se asoció con una empresa mexicana y de aquella fusión nació una compañía dedicada a espectáculos musicales y teatrales de mucha popularidad con títulos como Los Miserables, Chicago, La Bella y la Bestia, y el primer festival de música electrónica: la Creamfields. Sin embargo, los socios de aquella fusión irían por más y, después de tres años, terminaron de comprar su compañía por completo. “En ese momento nosotros nos preguntamos qué íbamos a ser de ahí en más. No sabíamos si quedarnos con ellos o irnos”, explico Moya. En ese entonces, la decisión se tomó en un contexto de la crisis argentina del 2001. “Nos fuimos, pero algunos negocios con artistas nacionales nos lo quedamos nosotros. La situación era difícil: yo tenía 41 años, salí de la compañía y la crisis económica y social del país en ese entonces no ayudaba”, detalló el emprendedor.
Desde ese momento, el emprendedor se enfocó en los artistas locales tradicionales: Fito Páez, Charly García, Jorge Lanata, Natalia Oreiro y Alejandro Lerner. ¿Qué pasó? Los ingresos se empezaron a cuadruplicar, ya que después del 1 a 1, lo que antes fueron 40 mil dólares, después pasaron a ser 160 mil pesos. “En medio de las peores crisis argentinas, encontramos que nuestro talento nacional multiplicaba nuestros ingresos y eso nos incomodaba en un país que estaba en crisis”, comentó Fernando. “Silenciosamente le pusimos el pozo a los artistas nacionales para que ellos puedan tener proyección internacional y trabajaran en el mundo sin tener que depender de los vaivenes de la economía”, agregó el empresario.
El 2004 fue uno de los años más especiales para la compañía. Fernando se encontró con los artistas de Fuerza Bruta, quienes se habían separado y estaban preparando los creativos para un nuevo show. Ellos tenían talento. Hacían funciones en vivo con mucho ruido, música, figuras artísticas, coreografías impactantes, juego de luces y escenarios con las ambientaciones más innovadoras y disruptivas. Pero, aun así necesitaban financiamiento y conocimiento del manejo de la compañía. Un año después, Moya y el equipo armaron una sociedad que estrenó su show por primera vez en Buenos Aires. Ese sería el comienzo de muchas oportunidades que estarían por venir.
El siguiente desafío fue lanzar el espectáculo a nuevos mercados y la prueba de fuego fue Londres. En 2006, Fernando Moya negoció un acuerdo de tres meses con uno de los principales teatros de la ciudad. ¿El problema? Para aquél entonces, se iba a jugar el mundial de fútbol con sede en Alemania y habría menos espectadores presentes para el lanzamiento del show. “Buscamos amigos de oficinas de allá para que nos pudieran asesorar y decidimos hacerlo. La cantidad de personas que esperábamos no eran buenas: esperábamos 20 mil personas solamente. Ahí fue cuando surgió ese espíritu emprendedor fuerte donde tuve que decidir si pisaba el acelerador o no. Y lo decidimos hacer, pisamos el acelerador”, relató el emprendedor.
Y así fue. Los emprendedores abrieron el show con esa cantidad de personas, aunque a la semana siguiente empezó a vendar más y más entradas cada día. El primer mes de Fuerza Bruta en Londres superó todas las expectativas y vendió más de lo que esperaban lograr durante los 3 meses. A pesar de haber dudado, el espectáculo fue un éxito y obtuvo casi 5 millones de dólares de recaudación. “Después seguimos avanzando e invitamos a otro socio internacional que trabajaba con muchos artistas y con él lanzamos el show en Nueva York y así continuamos con más shows en distintas ciudades del mundo”, contó el empresario.
Para poder repetir el éxito alcanzado en Inglaterra, hacía falta dar a conocer el modelo de Fuerza Bruta a nivel mundial. “Pasaron dos cosas que nos ayudaron: por un lado, la cadena televisiva HBO nos había comprado una parte del concurso y durante un año lo transmitió en su pantalla, repitiéndolo entre 3 y 4 veces por semana y por el otro lado, la aparición de las redes sociales nos sirvió como plataforma para darnos a conocer todavía más”, explicó Moya.
Meses después, el espectáculo recorrió Europa y Latinoamérica con el especial de los festejos del bicentenario de Argentina en 2010. “Este fue un salto muy importante porque contaba con más de 3 millones de espectadores e hizo que pasáramos a ser un concurso main street”. Después de aquella función, el show tuvo numerosas temporadas en Argentina y en el interior del país. También llegó a Asia -Beijing y Seúl- ciudades con mucha fuerza turística y nuevas tecnologías aplicables a la industria del entretenimiento.
Actualmente, Fuerza Bruta hace shows en 27 países y 56 ciudades, tiene más de 2.5 millones de entradas vendidas, 5.600 performances y opera en las principales ciudades del mundo como Tokio, Beijing, Shangai, Seúl, Londres, Berlín, Madrid, Chicago, Miami, Ciudad de México, Buenos Aires y San Pablo.
“En todo este desarrollo, fuimos creciendo en cantidad de compañías y podemos girar en el mundo con fusiones con cuatro de ellas. Yo creo que hubo una combinación de suerte, de talento, gusto y una compañía que pudo cruzar todos los continentes de frontera a frontera al no tener lenguaje, más que la música. Creo que estamos a mitad de camino y que siempre se puede hacer más con mucho futuro por delante”, concluyó Fernando.
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