Según contó en su paso por la Experiencia Endeavor Rosario, la chispa del emprendedor se le encendió desde muy pequeño, viviendo en el Chaco, cuando acompañaba a su papá en todos sus negocios. “Mi viejo era un emprendedor completamente loco. Ayudándolo a él aprendí cómo vender, cómo comprar, pero sobre todo, a romper la barrera de lo social, a poder tratar con la gente”, dijo.
Gastón sabía que quería romper con el esquema de estudiar para después trabajar toda la vida en una empresa con un buen sueldo. Es por eso que, unos años después, viviendo con su mamá en Buenos Aires y cursando los primeros años de la carrera de Arquitectura, empezó a entender hacia dónde quería llevar su rumbo profesional. “Siempre me interesó la moda y que vi que en la industria del calzado había mucho por proponer”, destacó.
“Llegué un día de la facultad y agarré un zapato que tenía y lo empecé a cortar con un cuchillo en la cocina, agarré una máquina de coser que tenía mi vieja y empecé a hacer pequeñas pruebas”. Así fue como dio inicio a Posco. Al tiempo consiguió un espacio dentro de una empresa para empezar a producir, y remarcó: “no tenía capital, no tenía contactos y, desde ya, no tenía experiencia. Pero tenía mucha pasión, mucha hambre y muchas ganas de hacer”.
Cuando hablamos de la pasión y de las ganas de hacer de los emprendedores, siempre tenemos que sumar las habilidades sociales. Gastón creía fuertemente en su emprendimiento y salió a contárselo al mundo. Implementando una fuerte estrategia de marketing de guerrilla, se acercó a distintos referentes para mostrarle su producto, entre ellos: Milo Lockett, Andy kusnetzoff y Mauricio Macri, lo que impulsó fuertemente la comunicación de su marca.
Finalmente, habló de los tres puntos que considera más fuertes al momento de emprender:
PASIÓN: “soy un apasionado, amo lo que hago. Poder laburar de lo que a uno le gusta es muy importante”.
VISIÓN: “es un poco la locura esa de hacer, de estar soñando, de acostarse en la cama y querer que sea el otro día para salir a laburar y comerse la cancha”.
RIESGO: “cuando arranqué no sabía a dónde iba, no sabía muy bien qué estaba haciendo. Es cuestión de tirarse a la pileta, de hacer. Después el camino se va construyendo”.
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