En 1999, la moda era minimalista y los dos colores que abundaban eran el blanco y el negro. Pero dentro de esa formalidad, las emprendedoras vibraron en una nota de color, alegría e ilusión. “Para empezar, necesitábamos armar nuestra idea y obtener financiamiento. Empezamos a tocar puertas y armamos nuestro plan de negocios”, explicó Helguera.
Seis meses fue el tiempo que llevó desarrollar su plan de negocios. Pero la espera valió la pena y llegaron a un resultado inédito: crearon una marca de ropa completamente diferente a lo que había en el mercado. “Cada prenda era distinta: eran bordadas y estampadas. No tenía nada que ver con lo que pasaba en la moda a nivel mundial”, contó la emprendedora.
A pesar de sus esfuerzos, las amigas no tenían recursos para crear sus prendas en el mercado local y tuvieron que recorrer diferentes embajadas como la de Indonesia, Tailandia y Marruecos. Sin embargo, la oportunidad surgió en la India. Allí, consiguieron un representante a través de Internet y confiaron en él sin haberlo conocido. “A la hora de hacer un emprendimiento, hay que seguir esa corazonada. Yo nunca me imaginé a donde quería llegar, sino que puse lo mejor de mí en cada momento y se nos abrieron puertas que ni se nos hubieran ocurrido. Ser un emprendedor tiene que ver con imaginar algo donde no hay nada”, detalló.
Tiempo después, Helguera y Acuña volvieron a Buenos Aires y abrieron su primera tienda en el barrio de las Cañitas, Belgrano. Lo que fue un taller mecánico reciclado después se convirtió en el inicio de su empresa. A los pocos meses, se cumplió todo lo que habían planeado y superó sus expectativas. “Lo que queríamos vender en nuestra primera colección se logró en un mes. Rapsodia fue creciendo mucho más rápido de lo que creíamos”, compartió Helguera.
Hoy, Rapsodia está integrada por más de 900 personas, tiene 96 tiendas y el trabajo en equipo es lo que caracteriza a la marca. Además, fue una de las dos empresas latinoamericanas elegidas por Catterton, un fondo de inversión estadounidense, entre cien empresas de la región.
“El lema para hacer este plan fue soñar en infinito. Siempre que tengas un sueño, pensá en grande porque los límites están sólo en la mente. Lo que podemos imaginar lo podemos crear. Después hay que encontrar los recursos y bajarlo a tierra”, contó la emprendedora.