Un viernes de 2011, como todos los viernes, Manuel salió con un equipo de voluntarios a la Plaza Congreso a servir sopa para las personas que estaban allí en situación de calle. Cuando volvió a su casa, se sentó en su living y lo invadió una angustia. La gente seguía en la calle. “No estamos transformando nada”, pensó Manuel.
A través de cuatro ejes de trabajo, la Fundación Sí –organización que fundó en 2012– pudo realmente transformar la vida de muchas personas en el país.
- Los voluntarios salen los 365 días del año a asistir a la gente en situación de calle. “Los ayudamos a tratar de salir; seguimos llevándoles sopa pero esa es la excusa para incentivarlos a salir”.
- El acompañamiento a los chicos que viven en villas es una de sus clave para cambiar la realidad.
- Están presentes cuando un pueblo sufre una catástrofe natural: los voluntarios les brindan asistencia inmediata y les devuelven las fuentes de ingresos. “Ocurren cada vez con mayor fuerza y, cuando los medios desaparecen, todos de olvidan de ellos”.
- Fomentan la educación como derecho y no como un privilegio. Al día de hoy crearon cinco residencias universitarias, y hay tres próximas a abrirse. “Hay 139 nuevos estudiantes seleccionados para ingresar”.
Pero las residencias universitarias tienen una historia detrás. “Cuando yo presento mi libro en Santiago del Estero, se me acerca un chico, Néstor”, recuerda Lozano. “Me dice: ‘estoy terminando la secundaria rural, que queda a 60 km de la casa. Vivo en un rancho de barro, no tengo luz, no tengo agua. Tengo un sueño muy profundo y es que quiero ser ingeniero agrónomo, pero para mí es imposible’”.
En ese entonces la fundación no podía hacer nada por él, pero Manuel no se olvidó de Nestor. Anotó su teléfono. “Ya en Buenos Aires, dos días después, nos llama una empresa para decirnos que tenían un monto de dinero para donar, destinado para la construcción de una casa”, cuenta. Y en lo primero que pensó fue en Néstor. A los tres días, luego de dar una charla, se acerca un responsable de un banco y le dice a Manuel que ellos se harían cargo de la compra del terreno en Santiago del Estero para hacer ese sueño realidad.
“Nosotros, los que pudimos estudiar, tenemos la responsabilidad de hacer que la educación no sea un privilegio. En estos años de experiencia con las residencias universitarias, vimos cómo los secundarios, inclusive las familias, no piensan que hacer una carrera y continuar con los estudios sea una posibilidad para estos chicos. Entonces no los preparan”.
Manuel siempre creyó que algún día podría ayudar a Néstor. Ni Manuel ni Néstor abandonaron el barco. “Todos somos voluntarios en Fundación sí, no hay ni un solo empleado. Y la clave ahí es creer fervientemente en lo que hacés”, concluye el fundador de Fundación Sí.