Te enseñamos a iterar lo suficiente para llegar un Producto Mínimo Viable que logre satisfacer a los primeros clientes y dar un feedback suficiente para el desarrollo futuro.
¿Pochoclos dulces o salados? Esta simple pregunta fue el disparador de algo mucho más grande dentro de Wolox: ¡Los wChallenges!
Hoy no es extraño entrar a las oficinas de Wolox y ver a todos en pijama, eligiendo la mejor galletita, disfrazados de superhéroes o usando medias distintas para sumarnos a la iniciativa Lots of socks por el Día Mundial del Síndrome de Down. Es que en Wolox cada viernes es día de challenge:
PRIMERA ITERACIÓN: De una chispa a una idea con potencial
Como les contaba, todo surgió espontáneamente cuando alguien trajo pochoclos salados y dulces a la oficina. ¿Cuáles son los más ricos?, fue la pregunta de la tarde. Mientras probábamos ambos, todos tomamos partido por una u otra opción. Se armó un divertido intercambio donde cada bando defendía y justificaba su decisión con una pasión impensada. Finalmente, decidimos resolverlo mediante una votación y fue tal el revuelo, y la expectativa por los resultados, que se planteó una nueva pregunta…¿Qué debatimos el próximo viernes?
SEGUNDA ITERACIÓN: ¡Hay mercado!
Poco a poco se convirtió en casi un ritual pensar ideas para cada viernes. Al final terminaba siendo el tema de conversación durante toda la semana.
Pasado un tiempo todos los otros equipos de esa oficina de Wolox tenían curiosidad y empezaron a participar también de los challenges. Rápidamente las demás oficinas de Buenos Aires estaban participando también hasta que hoy el challenge ya es una iniciativa que entusiasma no sólo a los woloxers de Argentina sino también a los de Colombia, Chile, México y Estados Unidos. ¡Había mercado!
TERCERA ITERACIÓN: Descubrir el valor real de la idea
Con cada viernes, pasamos de decidir el mejor gusto de helado a compartir fotos vergonzosas de nuestra adolescencia. De ahí, a venir vestidos de una forma particular: todos con ropa deportiva para hacer las olimpíadas con juegos de oficina o con look playero para empezar el verano. En este proceso nos dimos cuenta de que la magia de los wChallenges no estaba necesariamente en elegir algo sino, simplemente, en hacer algo divertido todos juntos.
De la chispa al producto mínimo viable
A lo largo de toda esta historia, cada cambio que hicimos nos permitió mejorar. Primero nos dimos cuenta que en ese debate improvisado podía haber una buena idea. Después, que era una iniciativa que generaba interés entre muchos woloxers. Finalmente, con varias pruebas, llegamos a reconocer el valor agregado real de la idea.
Esta historia es un mínimo ejemplo de lo que puede lograrse con un proceso de iteración continuo en el que paso a paso buscamos mejorar un producto. Lo fundamental es que sin importar cuantas veces lo iteremos o qué tan distinto pueda resultar de la idea original. Si el foco está puesto en el objetivo a alcanzar y en que la experiencia de los usuarios sea cada vez mejor, siempre estaremos en el camino correcto.
Este es un concepto importante detrás de lo que se conoce como innovación incremental. Donald A. Norman —el pionero del diseño centrado en el usuario— ha investigado varios métodos que tienen un marco común: ciclos iterativos de investigación, generalmente caracterizados por observaciones, fases de ideación, un prototipado rápido y pruebas de usuario. Cada iteración se basa en lo aprendido del ciclo anterior. Según Norman, este proceso continuo de validación de la idea original implica una mejora continua del producto.
La mayor parte de las buenas ideas no nacen perfectas
A lo largo del proceso de iteración el producto se va a incrementando. Nos preguntamos una y otra vez cómo le podemos agregar valor y respaldamos nuestras respuestas en las pruebas de usuario. ¿Hasta cuándo? En una primera etapa hasta llegar al Producto Mínimo Viable (MVP), es decir, un producto con las características suficientes para satisfacer a los primeros clientes y proporcionar feedback para el desarrollo futuro.
Por eso la definición de este MVP —a concretarse en nuestra etapa de Product Thinking o Análisis de Producto— y de sus versiones posteriores es fundamental. Es necesario, antes de escribir una sóla línea de código, poder comprender cuál es el problema que se busca resolver, de qué forma podría resolverse total o parcialmente, cómo podemos validar el potencial de una idea de la forma más rápida y efectiva posible y concentrarnos en eso. Siempre vamos a tener la tentación de intentar agregar más y más características y funcionalidades al MVP pero tenemos que poner el foco en pensar qué aspectos de esta idea son críticos y qué necesitamos validar rápidamente.
Si nos demoramos mucho intentando sacar un MVP donde la M de Mínimo en realidad es más una M de Mediano, puede significar que no estamos teniendo en cuenta que otros players del mercado también están en proceso de innovación y podrían lanzar un nuevo producto antes que nosotros poniendo en peligro nuestro proyecto.
Lo bueno viene en frasco chico
Es preferible tener un lanzamiento con un producto que no sea perfecto pero que nos sirva para plantarnos en el mercado, sumar una masa crítica de usuarios y recibir su feedback para seguir iterando y mejorando en las próximas versiones.
Teniendo en cuenta estos procesos de innovación es que siempre le transmito a nuestros clientes una frase que me encanta de Reid Hoffman, cofundador de Linkedin: “Si no estás avergonzado de tu MVP, lo lanzaste demasiado tarde”. Es un excelente recordatorio de que el timing es fundamental Producto Mínimo Viable es esa prueba que nos permite validar rápidamente una idea, saber si hay mercado para seguir adelante y qué buscan realmente los usuarios.
De un MVP bien pensado, basado en un análisis profundo del mercado y de los perfiles de usuario puede llegar a nacer el próximo producto digital que transformará tu industria. ¿Estás listo para ser tú quien dé ese primer paso?
Escrito por Felicitas de Zavalía Stordeur, Experience Lab Director en Wolox
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