Por: Germán Dyzenchauz | Fundador y CEO de GoIntegro
La “Transformación Digital” tiene más que ver con la cultura de una organización, que con la propia tecnología. Mucho se habla de las innovaciones recientes que dieron forma a la Cuarta Revolución Industrial o, simplemente, a la Transformación Digital: un fenómeno que está marcado por la convergencia de tecnologías digitales, físicas y biológicas, y que está cambiando el mundo tal como lo conocemos.
Estamos experimentando el impacto provocado por las redes sociales, el Big Data, las aplicaciones móviles, la nube, el desarrollo de la robótica y la inteligencia artificial, entre otros factores. Cada uno de estas innovaciones están pavimentando el camino hacia un nuevo paradigma que determina la forma en que las empresas operan y se comprometen con sus colaboradores y clientes.
¿Suena muy radical? Es que lo es, y está ocurriendo a gran escala y a toda velocidad, principalmente porque la transformación digital genera mayor productividad, rentabilidad y sostenibilidad para las empresas. Son cambios que están sucediendo diez veces más rápido que durante los días de la revolución industrial, y mantener el ritmo se hace cada vez más difícil.
En su escala, alcance y complejidad, la transformación digital es distinta a cualquier cosa que el género humano haya experimentado antes: esta revolución modifica directamente al mercado del empleo y al futuro del trabajo.
¿Cuáles son esos nuevos cargos y puestos? Hoy existe un abanico de ofertas para el nuevo trabajador que ya no busca la estabilidad de una marca grande, sino una empresa que se acomode a sus necesidades y preferencias, y que les permitan el desarrollo y crecimiento personal. Sin embargo, no solo es una oportunidad para los empleados, sino también para las empresas más pequeñas, que antes quedaban atrás en la guerra de talentos, y que ahora, por su flexibilidad cultural y ausencia de rigidez, se han convertido en un gran atractivo para retener y captar colaboradores. Los nuevos emprendimientos tienen la posibilidad de innovar en su cultura y crear una organización moderna basada en el bienestar y reconocimiento de sus equipos, poniendo énfasis en la inclusión y la diversidad.
Así, gracias a la tecnología y a la transformación digital, las pequeñas empresas pueden ser competitivas entregando un propósito, bienestar y horarios flexibles, ofreciendo un proyecto que no tenga que pasar por jerarquías y donde predomine la comunicación directa. ¿Y qué ganan las pymes a cambio? Elegir y retener a los mejores talentos.
Puedo corroborar que la adopción de nuevas tecnologías por parte de las empresas jóvenes tiene un efecto positivo en la productividad, la competitividad y la eficiencia, debido a que son más ágiles y pueden integrarlas mucho más rápido que las grandes empresas.
En este escenario, como nunca antes, las áreas de Recursos Humanos tiene la oportunidad de liderar estos procesos de cambio, empujando el uso de nuevas tecnologías, y manteniendo un justo equilibrio entre el intelecto humano y el “poder de las máquinas”.
¿Cuál es el desafío? Las organizaciones deben poder adaptarse a esta transformación y entender que no sólo implica la incorporación de tecnología sino una cultura flexible, inclusiva, con opciones de continuidad e inteligencia colectiva.
Si bien son los emprendimientos los que tienen mayor agilidad y adaptación a estos cambios de personas y cultura, es necesario que todas las empresas replaneteen sus acciones: repiensen la experiencia del empleado, busquen insights, inviertan en entrenamiento y logren una comunicación más honesta y horizontal.